Los Millennials del Barrio Yungay. La vida privada del presidente de Chile. Por Omar Pérez Santiago. Dibujos de Luis Martínez. Revista Off The Record

Los Millennials del Barrio Yungay.

La vida privada del presidente de Chile.

Por Omar Pérez Santiago.

Dibujos de Luis Martínez.

Revista Off The Record

 

Número de Inscripción

Registro de Propiedad Intelectual 2023-A-2616

 


 

 

1. Plaza Yungay

 


 

Es el último domingo de febrero. Plaza Yungay.

Irita y Gabbe pasean como una pareja de enamorados.

Como una pareja común de enamorados.

Se detienen un instante a mirar la estatua del Roto Chileno de la plaza Yungay. Un homenaje a los rotos que murieron alguna vez por la patria.

La pareja parece real y común, pero desbordan.

Irita y Gabbe parecen una pareja común, pero lo tienen todo: fama y poder, a lo menos.

Celebrity and Power.

Él es el presidente de Chile.

Un niño corre hacía Gabbe.

—Hola, presi.

—Hola, niño, ¿cómo te llamas?

—Pepo.

—¿Pepo?

Llega la mamá de Pepo:

—Presidente, mi hijo Pepo quería saludarlo y tomarse una selfie con usted. Todos los niños del barrio lo aman.

Se toman fotos con celulares

El presidente e Irita siguieron caminando de vuelta a su hogar.

—¿Viste que nuestra mejor ministra se casó, la Cami?

—Sí.

—¿Nos casamos nosotros, Irita?

—No quiero casarme, Gabbe.

—¿Por qué no?

—Has oído hablar del tema del “eclipse del marido”.

—Je. ¿El marido es una institución en decadencia?

—Sí, pasado de moda como una fábula de Esopo o de Walt Disney. Además, seríamos una familia muy fome.

—¿Fome?

—Sí. Tú, Gabbe, como presidente de Chile y yo,  caminando tomados de la mano hasta viejos. Nooo… Abajo la clase media. Abajo el hastío y el aburrimiento.

Ambos ríen.

—¿Qué es ser un “hombre de verdad”, Irita?

—Salir del modelo de hombre que ha estado unido al poder, a la distancia emocional y a la violencia.

—¿Y si nos casamos con cláusula de salida?

—¿Cómo es eso?

—¿Renovación cada 10 años, por ejemplo?

Vuelven a reír.

—Eres el romántico de nuestra relación, Gabbe.

—Es que quiero tener hijos.

—¿Me das un ultimátum, acaso?

—Naaa… ¿Te da miedo tener hijos?

—No quiero una vida tradicional, casada con un presidente que debe comportarse como un cotidiano, para darle el gusto a la presión social de El Mercurio. Gabbe, tú me has hecho vivir una experiencia extraordinaria, fantástica. Vivo un sueño.

—Pero no quieres casarte conmigo.

—Yo hablo desde el punto de vista de la mujer.

—Dicen que el punto de vista de la mujer está en la cremallera del pantalón. Je.

—Por eso andas con el cierre abajo. Malo. Chico malo

Ríen con el chiste de doble sentido.

Caminaron hasta su casa, saludaron a los guardias y entraron.

—Sabes, Gabbe, creo que el principal acontecimiento político actual es la desintegración del proyecto chileno de la huevonería,  dijo Irita mientras se lavaba los dientes.

—¿Hay un deseo del chileno de vivir de otro modo, Irita?

—Sí, aunque subterráneo. En la intersección entre el juego político y la vida privada es donde fluye la "guerra cultural", Gab.

—Pero, el cambio será lento. Como película de un solo plano. No será inmediata.

—No,  pero vivimos una época de contundencia privada, de rearme cultural silencioso por el fin de la pompa y la mediocridad.

En el dormitorio Gabbe se coloca su camiseta de pijama con un estampado de osito.

—Je je je. ¡Qué chistoso tu pijama! Gabbe.

—Chistoso, pero es cómodo…

—Tal como lo que dijo Fabrizio Copano en el Festival de Viña,

—¿Qué dijo Copano en el Festival de Viña?

—Que eres Winnie the Pooh.

—Ja ja ja.

Ella  se desnuda completamente y se mete debajo de la sábanas y abraza al presidente.

—¿Qué lees, Gabbe?

—Gioconda Belli. Un poema erótico:

Escucha caracola del oído

como gime la humedad.

—¿La humedad?

—Sí, gime la humedad…

—Je, je, je. Mejor me das un beso, Gabbe.

 

 


 

2. Placer inmersivo y lujurioso

 



Irita apareció en la cocina tras llegar de la calle. En su bello rostro lucía un delicado maquillaje en tonos pálidos, casi flemáticos, obra del estilista Pali del barrio Italia, con delineador de ojos Khol y labios glossy. Su cabello lo llevaba tocado hacia arriba, como si fuera una novia, y adornado con unos pendientes de plata y turquesa.

Al entrar, percibió un delicioso aroma que le abrió el apetito. El presidente Gabbe estaba ahí, con un delantal cubierto de harina, preparando la cena (Taggliata à la Gabbe). Se encontraba de buen humor, se movía al ritmo de Inner Circle (Sweat, A La La Long). Saludó a Irita con un beso.

—Hola, hermosa. La cena está lista y hay ostras al limón y merkén y un vino Chardonnay enfriándose en el refri.

Gabbe le sirvió en una pequeña mesa redonda de madera.

Irita se emociona al sentir el agradable ambiente.

—Oh, hombre deconstruido. Me gusta.

Irita se quitó el blazer verde palta y se quedó con una refinada camisa blanca satinada (posiblemente de Zara).

Irita se comió una ostra y tomó un sorbo de Chardonnay (tal vez de Casablanca). Se sintió muy satisfecha y usando un modismo, afirmó:

—Uy, quedé chuuuk.

Gabbe había promovido un momento romántico de ensueño.

Pero, el ambiente se congeló cuando Irita dijo:

—Reconociste públicamente que quieres tener hijos.

—Sí, me lo preguntó un periodista.

—Y ¿qué vas a hacer al respecto?

—Le dije también al periodista que eso es una cuestión de dos.

— Eso es un deal breaker.

—¿Sí?

—Es ruptura de un acuerdo previo. Mira el chismorreo en las redes.

—¿Es el chismorreo de las followers en los  podcasts de las  influencers feministas?

—¿No empieces, Gabbe? Esos podcasts son bacanes.

Gabbe sirvió dos platos de Tagliata humeante.

Se acercó y la abrazó por detrás.

—Parece que andas tirando el carro…

Ella le hizo un gesto irónico mientras empezó a comer.

—Aún te molesta que despidiéramos a tu amiga del ministerio de cultura. ¿eh?

—¿Quieres un viernes con política inmersiva?

—A ver, creo que ya estamos inmersos en la trama.

—Me molesta que resucites a las dinastías boomers del PPD o del MAPU y los pongas en el ministerio de cultura.

—¿Por qué?

—Fortalecen la distopía. Vuelven como zombis para dar pan y circo a una juventud arrinconada en sus barrios por la droga y la delincuencia.

—Te gusta la hipérbole, Irita. Te molesta que hayamos bajado a tu amiga del ministerio de cultura.

—Más me molesta que las mujeres seamos el pato de la fiesta. Y me molesta ver exhumar zombis.

—Pero, dime, Irita ¿dejamos el arte  reducido a sólo categorías  identitarias y a demandas de representación tribales?

—Pero, dime, Gabbe ¿quieres arte despolitizado?

—No. Pero tampoco podemos invitar a la Feria del Libro de Buenos Aires sólo a escritores comunistas.

—Eso también es una exageración, Gabbe. No te hagas el Larry.

Gabbe levantó los platos y trajo un postre helado, tan helado como el ambiente.

—Fue el ministro Gorgy quien me sugirió un nuevo secretario de cultura.

—Gorgy se ha convertido en el ministro de  Guardar las Apariencias.

—Es difícil gobernar cuando, por ejemplo, una diputada se acuesta  con un futbolista y luego llama al alto mando de Carabineros para defenderlo.

—Me fastidia también que en esta mesa siempre terminemos hablando de la opinión del ministro Gorgy.

A pesar de su enfado, ella tendió a sonreír.

Después de comer en silencio, la discusión les causó un gran estrés emocional. Gabbe se acercó dulcemente a Irita

—¿Por qué después de una discusión de pareja aumenta el deseo sexual, Irita?

Ella sonríe. Se besan.

—El sexo de reconciliación es más rico.

—¿Crees que el sexo de reconciliación conduce al orgasmo feminismo?

La deriva de la conversación es un intenso preámbulo erótico que  acaba en las sábanas del dormitorio, un destino de placer inmersivo y lujurioso.

Después, Irita, con su cuerpo sudoroso y delgado se dirige al baño del dormitorio usando sus elegantes bragas (quizá marca Hipster de Intime).

—Siento malas energías en el baño, dice ella al volver. 

Gabbe fue el baño, puso atención en un bloque de cristal labrado con forma de huevo en una esquina. En ese instante, un temblor sacudió el lugar y dos tirones le indicaron que se trataba de un sismo de grado 5.6. El huevo de cristal se hizo añicos y un socavón se abrió ante sus ojos, revelando un desconocido sótano. La sorpresa invadió a Gabbe. Espeluznante anomalía. La aparición del portal creó un agujero a un mundo ignorado.

—¡Mierda!

Gabbe llamó a Irita gritos.

Ambos, —ella flaca, él achaparrado—, desnudos, se abrazaron, embargados por la turbación, frente al inédito portal.

—¡Oh! Mira Gabbe, mira allá...

 

 


 

3. La Petit Mort

 


 


—Qué raras vibras, dijo Gabbe  en el oscuro socavón del baño.

—Tengo una amiga que es experta en fenómenos paranormales, dijo Irita.

—¿Cómo se llama?

—Godard, Juana Godard Raylef.

Al otro día, entró Juana Godard Raylef: usa oscuras gafas Vague y fina pañoleta  mapuche en pelo corto. Uñas doradas. Es bella y famosa por su podcast para feministas socioconscientes, “Meica Chic”. Aprendió a hablar con solo dos años y su número de la suerte es el 5. Se le nota el mal genio.

—Silencio. Oigo un espíritu, se lamenta, dijo Juana Godard en el socavón. Trata de decir algo.

—¿Qué?

—Calla…

Juana se mueve en el interior.

—Ella está de blanco. Dice que se llama Virginia, un espíritu antiguo anclado aquí.

De repente Juana gritó:

—¿Por qué sigues aquí, Virginia? ¡Contesta!...

Gabbe e Irita se sobresaltan ante la intensa emoción.

—Busca su hija presa entre el pasado y el presente. Me señala la ventana del baño. Hay que salir para ver donde apunta.

El barrio Yungay los absorbió como un animálculo. Caminan por la vereda.

—¿Es un alma en pena?

—Sí.

—¿O una banshee? preguntó Irita.

—¿O La Llorona? dijo Gabbe.

—¡Cállense! ¡Cómo no se dan cuenta que esto es violencia de género!, gritó iracunda la machi Juana.

Se detuvo.

—Aquí. Aquí en 1890 Virginia de Hoffman y su hija fueron asesinadas. El atroz feminicidio aterrorizó al barrio Yungay. Dos patibularios huyen por los oscuros potreros de la Quinta Normal.  La sangre de las mujeres corre a la calle. En la madrugada la sangre fue percibida por un vecino del barrio, un tal Eusebio Lillo.

—¿El autor de la Canción Nacional de Chile?

—Sí. Los dos asesinos del feminicidio fueron detenidos. Ejecutados aquí, frente a la casa donde las mataron, de acuerdo a la práctica común de la época. Veo a Eusebio Lillo con unos bigotones canos,  sentado con sus vecinos en la puerta de su casona mirando el fusilamiento. Niños subidos en los árboles.

Juana se detiene:

—Alto. Hay una sombra que aún la mantiene presa y no la deja juntarse con su hija.

—¿Qué podemos hacer? dijo Irita.

—Una rogativa.

Juana se acomodó sus gafas Vogue negras y dijo palabras mapuches cargadas de advertencias y contraseñas.

Al frente se encuentra hoy el Museo de los Derechos Humanos, en memoria de las víctimas de la dictadura de Pinochet.

—Qué paradoja, dijo Irita.

—Esta coincidencia nos invita a reflexionar sobre la memoria histórica, dijo Gabbe.

Volvieron a la casa.

Fueron a la cocina.

—Un pastel de manzana es lo que necesito.

—Se supone que estás a dieta, Gabbe.

—Je. Un pedacito de pastel con helado. ¿Qué me hará?

Se fueron al dormitorio.

Irita voló a la cama como si fuese una pluma, tan liviana, tan frágil. Pesaba 47 kilos. La piel blanca, tan alba como la harina refinada.

—Me gusta la pintura soft pink  de mis uñas.

Como millennial egocéntrica Irita disfruta como tema de conversación su manicure. Como luciérnaga, sus labios, con una leve pintura, parecen que van a posarse en los labios del presidente de Chile. Sólo los rozan. Así, tuvieron sexo distante, casi frío, casi sin emociones, pero intenso. Y ella tiene un orgasmo muy quejoso y prolongado.

Entonces, ella lloró.

—¡Vaya! ¿Por qué lloras, Irita?

—La Petit Mort.

—¿La Petit Mort?

—Llanto post-orgásmico. El placer que crea el alivio de la sobrecarga emocional.

Vino la somnolencia post-coital. La dopamina, la oxitocina y la prolactina los indujo al sueño.

Eran las 3:33 y el presidente se despertó. El reloj circadiano del presidente de Chile empezó a funcionar desordenado.

—¿No puedes dormir? dijo Irita

—Tengo alucinaciones auditivas. Oigo voces.

—Estás bajo presión.

—Sí. En Palacio hay un conspirador que erosiona desde dentro.

—Es Narciso. El apocalíptico que tutela la “pureza” de sangre de la coalición. Sé que te odia.

—No exageres. Es el único en Palacio que me dice la verdad de frente.

—Desde la U que Narciso tiene obsesiones sucias contigo.

—¿No fue tu novio en la U?

—Novio, no. Pero Narciso lo hubiese deseado.

—Quizá aún te desea, Irita

—¿Celos?

—Naaa...

—Narciso metió una cuña para validarse. La transferencia hacia ti es un trastorno por rivalidad. Es todo. Eso es más viejo que el hilo negro.

—¿El hilo negro?

—Sí, ya los egipcios cosían a las momias con hilo negro.

—Je, je, me haces reír, Irita.

—Ghostea a Narciso y sé leve como caracol. Las estrellas se alinean a tu favor.

Luego, Gabbe  lee el capítulo IV de La Eneida de Virgilio. Eneas, el troyano, abandona a la doliente reina Dido, para fundar su propio reino.

De pronto, de nuevo, el presidente de Chile sintió voces de baja graduación.

 

 


 

4. Moliendo Café




 

Ocurrió un hecho insólito recientemente.

Los vecinos organizaron una feria popular en la calle Maipú, frente al Espacio Gárgola, un restaurante de ambiente vintage perfecto para aquellos que siguen la estética millennial.

Gabbe, el actual presidente de Chile, llegó junto a su novia, Irita y se acomodaron en unas sillas de madera, como cualquier otro vecino.

Ambos pidieron una rica hamburguesa Yungburger por $8.800: hamburguesa, aros de cebolla, lechuga, pepinillo dill, tomate, queso, mayonesa, en pan frica y con papas fritas.

Un simpático perrito negro se acercó a ellos y les pidió amablemente un pedazo de carne del filete picado. Gabbe le dio un trozo.

Por los parlantes sonó la vieja y hermosa canción cubana “Moliendo café” de la cantante cubana Xiomara Alfaro.

…Cuando la tarde languidece renacen las sombras

Y en la inquietud los cafetales vuelven a sentir…

La música era tan contagiosa que Irita se levantó y le pidió a Gabbe que la acompañara a bailar.

Irita bailaba tan bien como una bailarina de cabaret en el legendario Tropicana habanero.

Cómo mueve la cintura, Irita, dijo una vecina

Cómo mueve los brazos, Irita, dijo otro vecino.

Ella gira y gira y vuela su falda.

Se movía con tanta elegancia que Gabbe intentó seguirle el ritmo, pero sin éxito comparado con su talentosa dama.

…Una pena de amor, una tristeza

Lleva el zambo Manuel, en su amargura

Pasa incansables la noche moliendo café…

Ay, ay, ay.

¡Fue un verdadero baile y una gran catarsis!

Los vecinos los miraban con admiración y sorpresa por ver al presidente disfrutando de un momento tan sencillo e informal como bailar en la calle al son de una hermosa música rumbera.

¡Algo nunca antes visto en la historia de Chile!

El presidente de Chile bailando una rumba en la calle junto a su novia.

Una imagen que seguramente quedará en la memoria de muchos.

Un viejo de pronto se pone de pie y llora. Con profunda emoción mira a Irita y exclama emocionado:

—Es Xiomara Alfaro, es Xiomara Alfaro. Ha vuelto Xiomara.

—No, no. Es Irita, le aclaró una vecina

—Es la reencarnación de Xiomara Alfaro, dijo rotundo el viejo.

Los yungaínos pueden ser taciturnos y tienen el hábito de ver ángeles y demonios. Para ellos, las cosas de la tierra son símbolos de las cosas del cielo. En su mitología es plausible la reencarnación.

El veterano tenía unas cejas enormes.

—Xiomara Alfaro está reencarnada. Xiomara ha vuelto a Yungay.

Gabbe pensó que el viejo cejudo estaba bebido.

—¿Habla usted metafóricamente?

—Yo nunca hablo con metáforas. En 1955, Xiomara Alfaro vivió aquí en el barrio. Salió en la película “El Gran Circo Chamorro”, la película del cineasta José Bohr.

—¿José Bohr?

—Sí, José Bohr, igual que yo, también estaba enamorado de Xiomara, y la trajo de Argentina.

—José Bohr era de Punta Arenas, igual que yo, dijo el presidente de Chile.

—¿Usted es de Punta Arenas, como José Bohr?

—Sí, José Bohr fue el creador del himno de Punta Arenas.

El presidente de Chile abraza al viejo y se pone a cantar el himno de Punta Arenas:

“…Punta Arenas, Punta Arenas,

El que come calafate ha de volver…”

—¿Y usted es el novio de Xiomara?

—No es Xiomara, es Irita.

—Ella es la reencarnación de Xiomara. La recuerdo muy bien, a pesar de los años. Un día me dio un beso. Pero algo murió en mí cuando Xiomara se fue. Quedé mal. Yo me hice poeta. Escribí “La influencia del color azul en las artes”. Mi obra maestra. Pero perdí, nadie reconoce un poeta en mi bello país. Fui un perdedor, palabra de origen latino perdere. Caí como una piedra. Quedé aislado, desconectado, y esclavizado por años y años en un trabajo de mierda. Finalmente, recibí una pensión de mierda.

El cejudo es sensiblero como la mayoría de los veteranos. Llora de nuevo.

—Ya, no llore.

En eso llegó la hija del veterano. La amable señora lo tomó del brazo.

—Vamos, papá.

Ella miró al presidente de Chile y le dijo:

—Mi papá tiene un poco de Alzheimer. Sus recuerdos se vuelven cada vez más vagos.

Del brazo se lo llevó por medio de la calle Maipú.

El perrito negro azabache los siguió a paso lento.

—Los recuerdos pueden estar plagados de sueños, dijo Irita.

—Y llenos de emociones, dijo Gabbe.

 

 

 


 

        5. El país de las emociones tristes

 



 

Los Millennials del Barrio Yungay 5.  Julio, 2023

“Cuán inclemente llegó el invierno”, pensó Gabbe, el presidente de Chile  en estado mindfulness.

Eran las 7 de la madrugada y estaba oscuro.

Antes de iniciar el viaje de su nuevo día, recordó versos de Gabriela Mistral: “La lluvia fluye en mi rojo corazón.” Se puso su abrigo favorito.  Se sirvió café y se sentó en la mesa de su cocina. Encendió su celular.      

Al rato, entró Irita, con su dulce y teatral feminidad lucía un oufit de street style: traje de dos piezas, chic falda de seda y medias Louis Vuitton de encaje azulino.

—Abrígate, Irita, hace frío.

—Y aún no penetra la luz del sol.

Ella se sirvió café. Lo besó.

—Te noto preocupado, Gab.

—Estoy leyendo al escritor Omar Pérez Santiago, que  nos espía la vida familiar.

—¿Quién?

—El escritor que publica  “Los Millennials del barrio Yungay”, en la revista Off The Record. Mira.

Gabbe le mostró en su celular los links de “Los Millennials del barrio Yungay”.

—Publica cosas íntimas de nuestro hogar.

—¿Cómo qué?

—Tus hábitos en la cama, por ejemplo…Iri.

—¿Mis hábitos en mi cama?

—Sí, como La Petit Mort.

—Ah, el orgasmo que llora, moda millennial…

—¿De moda?

—Sí. Lloramos de alegría por emoción postcoital.

—¿Me pregunto si el escritor no tendrá aquí algún soplón?

—Lo hay, seguro. Pero, ojo con ponerse paranoico, Gabbe.

—El fisgoneo es una rancia mentalidad. Como un diputado que graba conversaciones, en 1990 don Patricio Aylwin encontró en La Moneda muchos micrófonos instalados por Pinochet.

—¿No será una leyenda urbana, Gab?

—Naa. También Michelle Bachelet me contó que cuando fue elegida  presidenta, se reunía con sus asesores fuera de Palacio, en casas secretas.

—Quizá Bachelet tenía razón en desconfiar. Luego de la muerte de su padre ella veía turbio lo que ella veía a plena luz. Se entiende. Aunque el exceso de secreto no es una virtud.

—¿Y la prudencia es un valor, Iri?

—Gab, tú estás expuesto. Eres el presidente de Chile. El sistema lee tu vida online y la rehace en tiempo real.

—¿Cómo?

—¿Has visto la nueva temporada de Black Mirror en Netflix?

—No.

—Joan es una ejecutiva que despide a una empleada. Luego asiste a una sesión de terapia. Luego, se encuentra con su ex Mac y se dan un beso. En casa, ella y su nuevo prometido Krish miran televisión y ven una serie en la aplicación de Streamberry titulada Joan Is Awful. Joan se horroriza al descubrir que la serie es un recuento exacto (aunque dramatizado) de todo lo que le pasó a ella ese día.

—¿Cómo lo hacen?

—Un sistema de Inteligencia Artificial lee en línea su celular, facebook, twitter o insta. Traslada la información a la matrix o metanarrativa, el guion de la serie. Y todo es actuado por actores creados por IA.

—¿Significa  que lo que hablamos aquí, el escritor Pérez Santiago, lo podría subir a las redes, en sus historias?

—Sí, podría hacerlo. De hecho, si miras el link de la revista Off The Record, esta conversación ya podría estar en línea. Es veloz.

—Vaya, es increíble, Irita. ¿Qué puedo hacer?

—Sigue estoico...

—Je, estoico y veloz..., sonrío Gabbe.

—Y alegre. Te compré un libro que te va a gustar, Gabbe. “El país de las emociones tristes” del colombiano Mauricio García.

—¿Emociones tristes?

—Las emociones tristes nos disminuyen como país. En los 50 años del golpe militar, evitemos las pulsiones necrológicas. En cambio, el goce es el futuro.

—El goce…

—Sí, el placer, la felicidad como invitación.

—Gracias por el libro. Te quiero, Iri…

Irita se acercó con suave emoción.

—Oh, es la primera vez que dices que me quieres.

Ella lo besa.

Él la toma sobre la mesa. Le sube la falda. El roce de la seda suena:

fru-fru-fru.

—Gab, todito mío.

Le rasga las medias de encaje Louis Vuitton.

—¡Sí, Gab, sí!

Irita le come una oreja al presidente de Chile con sus dientes blancos:

—¡Oh! Adoro el sexo imprevisto.

Son las 7:15 de la madrugada.

Recién, recién ahora penetró luz de sol por la ventana.

 

 


 

6. Los zapatos rojos de Anne


 

 


Tostado por el sol europeo, el presidente de Chile regresó a su residencia en el barrio Yungay. Sus pisadas sonaron fuertes en el piso con sus nuevos y elegantes zapatos Richelieu Classic, comprados en un cierto barrio de París.

Irita lo recibe con abrazo.

—Hola, amor mío, le dijo en un murmullo.

Ella llevaba el pelo cepillado hacia atrás, asido con un fino hairpin, y un vestido Charlotte de color verde esmeralda, como sus ojos.

—Hola, Irita.

—Te fue bien en tu gira europea. Has madurado, Gabbe, y te has vuelto muy importante. Estoy orgullosa.

—Gracias, Iri.

Gabbe sacó una caja de zapatos de mujer. Calzado francés de marca Aeyde de tono rojo.

—Un regalo para ti, la última moda en París.

—Gracias, amor mío, dijo ella y se sentó sobre el borde de madera de un sillón de roble.

—Lo que más me sorprendió en Europa es lo mucho que quieren a Chile. Chile es un país respetado. Chile es bacán. Escuchar el himno nacional de Chile la tumba de Napoleón pone los pelos de punta.

—Emotivo.

—O en la Universidad de La Sorbonne…

—Tu fama europea atiza la envidia de los políticos chilenos.

—Puedo vivir con eso.

—¿Qué es lo que traes en esa maleta?

—Un secreto.

—¿Secreto?

Sí. En Europa me han regalado un amuleto para global leaders. Un instrumento para medir objetivos.

—¿Y para qué sirve?

—Sirve para ser líder inmortal. Pero también para fracasar, si el instrumento se usa mal, dijo risueño.

—¿Es el santo grial?

—Se llama Rosebud

—Dime lo que es el Rosebud, Gab. No me dejes así…

—Tecnología Metahumana.

—Meta…qué?

—No se lo digas a nadie, Iri. Es un secreto

—¿Workflows para conectar el omniverso?

—¿Por ahí va? Pero aplicado a los global leaders. Es del material con que se forjan los sueños.

— ¿Quién te lo dio?

—Tampoco puedo decirlo

—¿Por?

—Pierde el valor.

—¿Te lo dio el presidente de España, Pedro Sánchez?

—No, Pedro Sánchez no.

—¿Te lo dio el presidente de Francia, Emanuel Macrón?

—No, Macrón no.

—¿O te lo dio la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, la del vestido rojo?

Gabbe se quedó en silencio.

—¿Te vi en unas fotos con ella?

—Sí

—¿Es guapa?

—Simpática…

—¿Habla ella bien español?

—Sí, muy bien. Ella nació en Cádiz.

—Ajá. Cádiz, cuna del flamenco. Por eso Anne usa vestido rojo.

—Estrechamos vínculos con Anne, la alcaldesa de París.

—¿Apretaron vínculos con Anne?

Irita se mantuvo derecha.

—¿Fue esa tal Anne Hidalgo de París la que te regaló el Rosebud?

—¿Cómo qué “esa tal Anne”?

—Sí, “esa tal Anne”.

—Anne es lúcida, talentosa, con gran futuro político

—¿Almorzaste con la lúcida Anne?

—Sí, en el Hôtel de La Ville de París.

—¿Perrearon?

El presidente Gabbe se levantó y golpeó levemente el piso con su nuevo zapato Richelieu Classic.

—¿Estás celosa, Irita?

Irita se alzó del sillón de roble. Se mordisqueó el labio interior con sus dientes brillantes. Le cayó sobre la frente un mechón de pelo negro sobre su cara colorada. Frunció las cejas y sus ojos esmeralda brillaron.

Levantó los zapatos franceses rojos y dijo con voz ronca, poco clara:

—¿No son estos zapatos rojos los que también usa “esa tal Anne”?

Entonces, dejó caer los zapatos rojos al suelo.

¡Plash!

Se dio vuelta. Su vestido Charlotte esmeralda hizo un giro emotivo, como de bailadora de flamenco. Salió dando un portazo.

 

 

 

 

 

 

 


7 Pasiflora




Afuera un río atmosférico provocó torrenciales lluvias. El cambio climático y la desintegración de los ecosistemas reventó en todo el mundo.

Adentro Irita estaba en un sillón abrigada con una glamorosa manta estampada con “La noche estrellada” de Van Gogh. Lee el libro “Mi marido es de otra especie” de la millennial japonesa  Yukiko Motoya, sobre una mujer que dejó de trabajar para cuidar a su esposo.

De pronto, Irita sintió un chiflón de aire helado.

Gabbe, el presidente de Chile, entró a la casa.

—¡Necesitamos vacunas de honestidad! —gritó.

—¿Qué pasa, Gab?

—La Secta de los Narcisos infiltran todo, Irita, dijo Gabbe consternado.

Y como si una pulga le hubiese picado el cuello, vociferó:

—¿De dónde salió nuestra embajadora en Londres, por ejemplo? ¿Quién la recomendó? Ahora dice que el rey Carlo II del Reino Unido se conmovió con sus ficciones. “You touch my heart”.

—Calma, Gab. Te traeré un té de pasiflora.

Gabbe se sacó el abrigo húmedo, tiró sus botas. Se hundió en un sillón mullido.

El té venía hirviendo y ella sopló la taza para enfriarlo.

—Irita, vamos directo al iceberg como el Titanic si nadie pone límites.

—No seas tan duro contigo mismo, Gab, dijo ella compasiva.

—Me saco la cresta días enteros en el barro junto con gente que pierde sus casas en el agua. Mientras los narcisos andan tras un botín. No ocupan un puesto para ayudar, sino para cobrar. La pudrición de las instituciones es tierra de cultivo para la maleza de grises mercenarios.

—Serénate, querido Gab.

—Y ahora, es fácil escribir loas a Salvador Allende.  Pero olvidan que Allende odiaba a Pedro el Atrevido.

—¿Pedro el Atrevido?

—Pedro el Atrevido era un vago estructural, un simulador y un adulador, pariente de Alí Babá. Por eso, las primeras medidas del programa de Allende eran para el control de la plaga como Pedro el Atrevido. ¿Recuerdas cuáles fueron las primeras medidas en el programa del presidente Allende, Irita?

—¿Medio litro de leche?

—No. Era suprimir los sueldos fabulosos de los funcionarios de confianza, suprimir los gestores, traficantes de influencia y asesores políticos, suprimir el favoritismo en la administración pública, los viajes fastuosos.

—No sabía eso, dijo Irita.

—Allende conocía Chile y sus confines. Sabía que la corrupción empeora la salud mental de nuestro pueblo. Yo veo todos los días el aumento del estrés, el desaliento. Son desencadenantes que reprograman las células del cuerpo y que conducen a la enfermedad. Debemos ser más activos en las batallas cognitivas-conductuales. Debemos buscar el bienestar de Chile, nuestro hogar. Reconectarnos con nuestros valores de rectitud. Somos leves: somos viento entre pinos y tréboles, viento entre juncos.

—No sé cuándo te amo más, Gab. Si apasionado o inspirado.

—Aún me queda corazón…

—¿Quieres más té  Pasiflora, Gab?

—Gracias, Iri.

—Llevas noches de mal dormir, Gab, dijo ella.

Lo cubre con su manta de noche estrellada de Van Gogh. Tierna y con un rostro de sol le dijo:

—Te he comprado un anillo.

—Oh.

Ella le puso el anillo en el dedo anular con ademán solemne.

—Este anillo, Gab mío, te salvará de los peligros.

—Tú, tan dulce como hermosa.

Cómo si fuese el mágico anillo de “Las Mil y Una Noches” que cura todo, desapareció su rabia.

Y al presidente de Chile le surge un aire melancólico, cierta ambigua nostalgia del violín de sus raíces croatas.

 

 


 

8. Ceremonia del Adiós


 


—La tarde del 17 de diciembre de 2023 comenzará mi Ceremonia del Adiós, dijo Gab, el actual presidente de Chile.

Bebió un sorbo de Calafate Sour, el cóctel que alegra el corazón de los magallánicos y que se liba en un vaso de madera, idealmente ciprés.

—¿Ahora predices el futuro, Gab? sonrío Irita abriendo sus ojos de dulce color madera.

—Sí. La tarde del domingo 17 de diciembre, se clarificará el futuro de Chile, con el plebiscito de la Kastitución. Entraremos en un bucle paralelo nunca visto.

—Eso se llama prolepsis, adivinar el futuro, dijo Irita.

—La tarde del 17 comenzará mi ocaso como presidente de Chile. Varios políticos con ansias de sucesión o pretendientes de palacio caminarán con mi ataúd mientras oyen la Marcha fúnebre de Chopin.

—Ja, ja, ja, por favor, Gab, qué risa… Se dice que hay un determinismo hasta en la caída de un gorrión. Si está escrito que será la tarde de domingo 17, será esa tarde del 17. Es el plan secreto del destino. Je.

—¿Puedes guardar un secreto? Mi abuelo decía que la razón de la vida es prepararse para estar muerto. Estar listo para evitar que la guerra por la sucesión no me haga carne molida, dijo Gab.

—¿Carne molida?

—Sí. A un explorador en la selva lo acometió un elefante de 6 toneladas. Lo iba a aplastar con sus enormes patas. De los arbustos surgieron unos nativos y con lanzas y gritos ahuyentaron al paquidermo. "¡Gracias! -les dijo el explorador-. ¡Me han salvado! ¿Por qué lo hicieron?". Uno de los nativos le explicó: "Es que no nos gusta la carne molida".

—Caníbales. —Irita se echó a reír a carcajadas. —Pero debes saber, Gab, que en la numerología el número 17 se asocia al ave Fénix, el ave que resucita de las cenizas.

—Creo que el domingo 17 se iniciará La Guerra de las Faldas.

—¿Evelynmathei versus michellebachelet? ¿O evelynmathei versus carolinatohá?

—Mi legado ideal sería que una mujer logre la mayoría absoluta en la primera vuelta, de tal modo de tener control del parlamento.

—Gab, para eso tendrías que acallar a las envidias divisoras: las ximenarincón, las pamelajiles, los pepeauth.

—Clamarán que yo los resucite del infierno donde se desuellan y agonizan.

—¿Conoces sus talones de Aquiles?

—La debilidad de pepeauth es el síndrome de la Avaricia Incumplida

—¿A pepeauth le gusta la plata?

—Pepeauth sueña con ser millonario. Envidia a sus camaradas del PPD, que se hicieron gerentes y acaudalados. Y él aún es pobre. Llegó tarde a la repartición. Todos los PPD comieron, menos él.

—Se llama aporofobia, un miedo inconcebible a la pobreza.

—La otra, ximenarincón, se cree linda.

—¿Y la pamelajiles?

—La triple  envidia: se cree inteligente, linda y es pobre.

—La llaman Cruella de Jiles, je.

Ahora es el presidente de Chile que se echó a reír a carcajadas:

—Je je je. Pamelajiles  sufre la neuropatía de Gerstmann que no le permite diferenciar derecha-izquierda.

—Como la encefalopatía de las vacas locas,  ji ji ji.

—A nosotros, millennials, nadie nos enseñó a ser adultos, Irita. Pero a los boomer no les enseñaron a ser Adulto Mayor. No saben cuándo jubilarse, como el Rey Lear.

Gabbe se miró en un espejo. Su rostro barbudo se ensombreció un poco.

—¡Cuán pronto el poder me quitado pelo! Me iré calvo de la presidencia de Chile.

Bebió otro sorbo de Calafate Sour.

—Para las mujeres, los calvos son más sexy, Gab…

—¿Soy más lindo pelado?

—Los calvos son más seguros de sí mismos, como Bruce Willis. Y no te preocupes, desde el 17 de diciembre te empezarán a salir plumas, mi Ave Fénix.

—Oh. Cada vez eres más deliciosa, Iri…


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